La primera evidencia relacionada con la vida de Jesús, que se menciona aparte de la Biblia, procede mayormente del historiador judío llamado Josefo entre otros historiadores.
Josefo nació en el año 37 A.D., apenas unos pocos años después de la crucifixión del Señor
Jesucristo. Su nombre judío era Josefo ben Matías, acabó siendo favorecido por los emperadores Flavios, de quienes adoptó el nombre y a quienes sirvió con sus escritos.

Flavio Josefo fue un sacerdote judío que creció como aristócrata en la Israel del siglo primero y terminó viviendo en Roma, apoyado por el patrocinio de tres emperadores sucesivos. En los primeros días de la primera rebelión judía contra Roma (66-70 d.C), Josefo era un comandante en Galilea, pero pronto se rindió y se convirtió en prisionero de guerra. Luego profetizó que su conquistador, el comandante romano Vespasiano, se convertiría en emperador, y cuando esto sucedió, Vespasiano lo liberó. Su nombre judío era Josefo ben Matías, acabó siendo favorecido por los emperadores Flavios, de quienes adoptó el nombre y a quienes sirvió con sus escritos.

Desde entonces, Josefo vivió en Roma bajo la protección de los Flavios y allí compuso sus escritos históricos. Incluso tomó el nombre de Flavio, del apellido de su patrón, el emperador Vespasiano, y lo puso antes de su nombre de nacimiento, adaptando el nombre al verdadero estilo romano, Flavio Josefo. La mayoría de los judíos lo veían como un despreciable traidor. Fue por orden del hijo de Vespasiano, Tito, que un ejército romano en el año 70 dC destruyó Jerusalén y quemó el Templo; las tropas de Tito capturaron y trataron como botín de guerra la menorah sagrada que había estado en el lugar santo dentro del Templo.  El hecho se reproduce en parte de las imágenes de la columna de triunfo en el Arco de Tito en Roma. Después que Tito sucedió a su padre como emperador, Josefo aceptó el patrocinio imperial del hijo, como lo hizo del sucesor y hermano de Titus, Domiciano también.
En su obra titulada Antigüedades Judías que fueron escritas entre los años 70 y 100 A.D. Josefo menciona a Jesús el Mesías y describe los hechos de la siguiente forma:
“Por aquella época vivió Jesús, un hombre sabio, si es que verdaderamente se le puede llamar hombre porque realizó muchas obras fuera de lo corriente y fue maestro de aquellos que aceptaban la verdad y muchos de los judíos y de los griegos depositaron su confianza en él. Fue el Mesías y cuando nuestros principales dirigentes le acusaron, Pilato le condenó a la cruz, pero aquellos que le habían querido originalmente no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día de nuevo con vida, como habían dicho que sucedería los profetas de Dios además de haber dicho muchas otras cosas maravillosas acerca de él y la tribu de cristianos, así llamados por ser sus seguidores, permanecen hasta el día de hoy”.

Estas declaraciones confirman las siguientes verdades cristianas que se encuentran en la Biblia:


1) Jesús era el Mesías del cual habían hablado los profetas.
2) Realizó milagros.
3) Fue crucificado bajo Poncio Pilato.
4) Se levantó de los muertos tres días después y se
le apareció a sus discípulos.

Este testimonio histórico sobre Jesús es una evidencia fuerte de su existencia pues habla directamente de Jesús como una persona real y no un mito como muchos quieren creer y hacer creer a otros así, pero este es un testimonio real, escrito por un historiador imparcial el cual al registrar la historia va dando detalles de un acontecimiento real y de un personaje real y así lo documentó en sus escritos. Flavio Josefo escribe esto sobre Jesús más o menos al mismo tiempo en el que se estaba escribiendo el evangelio de san Juan.

Un dato importante a favor de la autenticidad del testimonio flaviano es que Eusebio (Hist. Eccl., I, xi; cf. Dem. Ev., III, v) Sozomeno (Hist. Eccl., I, i), Nicéforo (Hist. Eccl., I, 39), Isidoro de Pelusium (Ep. IV, 225), San Jerónimo (Catal.Script.Eccles. XIII), Ambrosio, Casiodoro, etc., recurren al testimonio de Josefo, lo que hace pensar que en el tiempo de estos ilustres escritores no debían de existir dudas en cuanto a su autenticidad. En sus dos grandes obras, La guerra judía y Antigüedades judías, ambas escritas en griego para gente educada, . La guerra judía no menciona a Jesús, pero en las Antigüedades judías menciona a Jesús dos veces.

LA OTRA CITA DE JOSEFO (CAP. XX DE ANTIGÜEDADES JUDÍAS)

La más corta de estas dos referencias a Jesús (en el Libro XX) y es incidental para identificar al hermano de Jesús, Santiago, el líder de la iglesia en Jerusalén. Aprovechando la ausencia temporal del gobernador romano, entre la muerte de Festo y la llegada del gobernador Albino el 62 dC, el sumo sacerdote Ananías instigó la ejecución de Santiago. Josefo lo describió así:

[…] Por lo tanto, este tipo de persona [es decir, un saduceo sin corazón], Ananías, pensando que tenía una oportunidad favorable porque Festus había muerto y Albinus estaba todavía en camino, convocó a una reunión [literalmente, “sanhedrin”] de jueces y trajo al hermano de Jesús-que-es-llamado-Mesías … Jacob [Santiago] por nombre, y algunos otros. Él hizo la acusación de que habían transgredido la ley, y se los entregó para ser apedreados […]

Jacobo [o Santiago] es una personaje sin relevancia para Josefo; aparentemente la única razón por la que se refiere a él es que su muerte fue la causa de que Ananías perdiera su puesto de sumo sacerdote. Jacobo (Jacob, Santiago) era un nombre judío común en este tiempo. Muchos Jacobos se mencionan en las obras de Josefo, por lo que Josefo necesitaba especificar a quien se refería. La costumbre común de dar simplemente el nombre del padre no funcionaba aquí, porque el nombre del padre de Jacobo era también muy común. Por lo tanto Josefo lo identificó por referencia a su famoso hermano Jesús. Pero como Jesús también tenía un nombre muy común (de hecho Josefo menciona al menos a otros 12 hombres llamados Jesús), debía especificar algo distintivo: que el Jesús al que el se refiere es el “que se llama Mesías”, y, puesto que estaba escribiendo en griego: Christos . Esta frase era necesaria para identificar claramente a Jesús y, a través de Jesús, al Santiago o Jacobo en cuestión.

Esta referencia a Jesús no habría tenido sentido si Jesús no hubiera sido una persona real y conocido. Por eso, son muy poco los especialistas que dudan de la autenticidad de este breve relato. Por el contrario, la gran mayoría lo acepta como genuino. Esta frase: Jesús-que-es-llamado-Mesías: es apropiada para un historiador judío como Josefo, porque la referencia a Jesús es una declaración neutral y no comprometida acerca de por algunas personas Jesús es llamado de ese modo (Mesías) y no una confesión de fe que afirme realmente que él fuese Cristo.

El estilo de la frase hace muy poco probable que haya sido agregada por un cristiano después, y por dos razones. Primero, en el Nuevo Testamento y en los primeros Padres de la Iglesia de los primeros dos siglos de la era cristiana, los cristianos constantemente se refieren a Santiago como “hermano del Señor” o “del Salvador” y términos similares, no “hermano de Jesús” presumiblemente porque el nombre Jesús era muy común y no necesariamente se refería a su Señor. 

En segundo lugar, la descripción de Josefo en las Antigüedades judías de cómo y cuando Jacobo fue ejecutado no está de acuerdo con la tradición cristiana católica difundida, lo que también implica un autor no cristiano. Josefo dice que Jacobo (Santiago) fue ejecutado por lapidación antes de que comenzara la Guerra de los Judíos, pero la tradición cristiana dice que fue ejecutado durante la Guerra Judía al ser arrojado desde una altura del Templo, después de un intento de apedrearlo a muerte. ¿Qué vale mas?¿lo que dice gente de siglos después? o vale la documentación de un historiador que vivió tal hecho? Obviamente la respuesta es clara.

Jesús no fue considerado como significativo por los historiadores de su tiempo, razones políticas y religiosas debían borrar todo rastro de Jesús, Roma necesitaba paz y no agitación de las masas, el poder religioso como siempre seguiría intentando borrar todo rastro de la vida del Mesías, su muerte y resurrección.de hecho siempre prohibió se enseñara y se hiciera cualquier cosa en su nombre, había que desaparecer hasta el nombre de la historia, pero así y todo Jesús por ser parte de la historia obviamente no pasaría inadvertida su visitación y sus obras.. «Ninguno de los historiadores no cristianos se propuso escribir una historia de los comienzos del cristianismo, obviamente ellos debían escribir la historia lo mas neutral posible y los acontecimientos mas relevantes que convinieran e importaran al imperio de turno y por esta razón sólo mencionan los acontecimientos que tenían alguna relevancia para la historia que estaban contando. 

TÁCITO (116 d.C.) OTRO HISTORIADOR

El historiador romano (56 a 118 d.C) menciona a «Cristo» en sus « Anales» escritos hacia el año 116 d.C. al hablar sobre Nerón y el incendio de Roma en el año 64. Informa de la sospecha que existía de que el propio emperador había ordenado el fuego y escribe lo siguiente:

«Para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba “cristianos”, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo».

Los historiadores consideran a Flavio Josefo y Tácito como los testimonios primitivos independientes relativos al mismo Jesús más consistentes, aunque también hay otras fuentes que recogen datos sobre los primeros cristianos, de los cuales hablaremos mas adelante. Bendiciones.